Al nacer un bebé, la madre le da las defensas necesarias con las cuales ella lo va a proteger por más o menos 3 meses. Cuando el bebé crece, y está vacunado, lo más probable es que sus anticuerpos estén más fuertes para que lo vayan protegiendo poco a poco de la enfermedad. La vacuna permite que el infante cree sus anticuerpos sin necesidad de tener la enfermedad como tal. La madre lo protege, pero cuando su protección termina después de estos primeros meses, lo único que le queda a los niños es su anticuerpo venido de estas vacunas.
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